Gamer desde los 10 añitos, cuando mis padres tuvieron a bien regalarnos a mi hermano y a mi un flamante Spectrum Sinclair ZX, comencé en esto con perlas como Phantomas, Phantis, Fred, Goody, Tracksuit Manager o jugando a los juegos de Fernando Martín, Aspar, Butragueño o Michel, mientras gastaba todas las monedas de cinco duros que me dejaban en recreativas como Double Dragón, Golden Axe, Final Fight, Knights of the Round, Los Simpson o las Tortugas Ninja. Cuando irrumpieron las consolas, me decanté por Sega y mientras soñaba con Streets of Rage, me tenia que "conformar" con Alex kidd, Sonic, Out Run, Wonderboy, Golden Axe (otra vez) o Asterix en mi venerable Master System. Finalmente di el salto a los 16 bits de la legendaria Megadrive, que me brindó momentos inolvidables con títulos de la talla de World of Illusion, el primer FIFA, Sensible Soccer, Super Mónaco GP, Rocket Knight, Street Fighter 2, Mortal Kombat, Golden Axe (mi debilidad) y los tres Streets of Rage, por supuesto. El paso de los sprites a los feos y toscos polígonos (y la adolescencia) me alejaron de los videojuegos hasta que mi hermana se compró una PS One y empecé a tener pesadillas con el primer Resident Evil y sueños húmedos con Lara Croft. Pero lo que me terminó de convencer de que había vuelto para quedarme fue el primer videojuego que consiguió conmoverme. Si. Final Fantasy VII. Desde entonces, mi pasión por los videojuegos aumenta cada día que pasa. Y que siga la fiesta. Press Start Button.

sábado, 12 de abril de 2014

THE CAVE

The Cave es una aventura gráfica a la antigua usanza en espíritu, pero con un envoltorio diferente, más atractivo. Ya no hay que recorrer escenarios renderizados picando (con el botón derecho del ratón o con el botón x) sobre todo objeto sospechoso de ser susceptible de un imperativo uso posterior. Pero si hay objetos. Y puzzles, claro. En The Cave se avanza a golpe de neurona para descubrir los secretos de siete personajes que pretenden salir de una cueva parlante (es la narradora). Cada uno con su historia y con su nivel y escenario particular. Pero en cada partida solo se pueden escoger tres, por lo que para conocer la historia de todos tendrás que pasarte el juego tres veces. Se nota que es obra de un gurú del género, Ron Gilbert (artífice de exponentes de la aventura gráfica como Monkey Island, Indiana Jones and the fate of Atlantis, Maniac Mansion o Sam and Max) en su alocado sentido del humor, que impregna el diseño gráfico y las peroratas burlonas de la cueva, pero también más de un puzzle.

Hablando de puzzles, uno de los puntos débiles de las aventuras de “point and click” siempre fueron esos acertijos de soluciones disparatadas con poca lógica que podían tenerte semanas recorriendo una y otra vez los mismos escenarios o habitaciones para terminar dando con la solucion... en una guía, porque era imposible imaginarse que este objeto se pudiera unir con ese otro para actuar de aquella manera en aquel lugar, o con aquel personaje. Aunque en The Cave hay alguno que otro algo puñetero, la verdad es que la mayoría son lógicos y pueden resolverse con un poquito de dedicación.

Otro de los problemas de este tipo de aventuras siempre fue el ritmo, enervantemente lento para muchos jugadores, entre los que me incluyo, y que en este The Cave no deja de serlo, con más de una caminata redundante que podría haberse evitado. Este es el principal inconveniente que pueden tener los jugadores que pretendan rejugarlo, la pereza que despierta tener que “pasear” tanto para resolver ciertos puzzles.

The Cave es una aventura gráfica en esencia, pero muy bien presentada, que quizás sorprenda a alguno que otro, y que puede resultar divertida aunque se la tengas jurada a las aventuras de este género.