Gamer desde los 10 añitos, cuando mis padres tuvieron a bien regalarnos a mi hermano y a mi un flamante Spectrum Sinclair ZX, comencé en esto con perlas como Phantomas, Phantis, Fred, Goody, Tracksuit Manager o jugando a los juegos de Fernando Martín, Aspar, Butragueño o Michel, mientras gastaba todas las monedas de cinco duros que me dejaban en recreativas como Double Dragón, Golden Axe, Final Fight, Knights of the Round, Los Simpson o las Tortugas Ninja. Cuando irrumpieron las consolas, me decanté por Sega y mientras soñaba con Streets of Rage, me tenia que "conformar" con Alex kidd, Sonic, Out Run, Wonderboy, Golden Axe (otra vez) o Asterix en mi venerable Master System. Finalmente di el salto a los 16 bits de la legendaria Megadrive, que me brindó momentos inolvidables con títulos de la talla de World of Illusion, el primer FIFA, Sensible Soccer, Super Mónaco GP, Rocket Knight, Street Fighter 2, Mortal Kombat, Golden Axe (mi debilidad) y los tres Streets of Rage, por supuesto. El paso de los sprites a los feos y toscos polígonos (y la adolescencia) me alejaron de los videojuegos hasta que mi hermana se compró una PS One y empecé a tener pesadillas con el primer Resident Evil y sueños húmedos con Lara Croft. Pero lo que me terminó de convencer de que había vuelto para quedarme fue el primer videojuego que consiguió conmoverme. Si. Final Fantasy VII. Desde entonces, mi pasión por los videojuegos aumenta cada día que pasa. Y que siga la fiesta. Press Start Button.

lunes, 12 de mayo de 2014

BEYOND Dos Almas

Ya con la anterior creación de David Cage quedaba la sensación de que algo no funcionaba, de que algo desentonaba. Heavy Rain fue una dramática y emocionante historia con un guión interesante y abierto, y unos valores de producción de altísimo nivel que no terminaba de cuajar en el plano jugable. A algunos, sino muchos, no terminaba de cuadrarles que girar pomos de puertas o soltar la chaqueta en perchas fueran acciones tan estimulantes como para efectuarlas en un videojuego. La intención de conseguir hacer pensar y sentir al jugador que intervenía directamente en la acción y en la historia era loable; la ejecución, no tanto, ya que daba lugar a interacciones verdaderamente absurdas y que incluso en algunos momentos rozaban el ridículo. Pero tales deficiencias fueron ignoradas por el grueso de jugadores, entre los que me incluyo, y perdonadas, ante sus indiscutibles virtudes y, sobre todo, ante la frescura y originalidad de su propuesta, que aunque no inventaba la rueda (en los años 80 ya existían aventuras QTE como Dragon´s Lair) si supuso un soplo de aire fresco en el catálogo de las consolas de sobremesa.

Este Beyond dos almas es y pretende exactamente lo mismo, pero no entra tan bien. En primer lugar, porque la interacción es aún más rácana y menos inteligente. En segundo lugar, porque la idea que en su momento sorprendió a todos, ya no coge a nadie por sorpresa. Y el factor originalidad, ya lo he dicho, era importante.

Otra vez una historia que seguirás hasta el final con el máximo interés, te guste o no su jugabilidad. Otra vez unos valores de producción y un apartado audiovisual impresionantes. Y otra vez eso, una jugabilidad a la que posiblemente no le encuentres el sentido la mayoría de las veces.







La intro.




El trailer.