COD Black Ops nos situaba en plena guerra fria, con el consiguiente cambio de rumbo que hizo tomar a la saga, lejos de los mas que revisitadísimos campos de batalla de la segunda guerra mundial o de los actuales Modern Warfare. Y les añadió un argumento algo más interesante, centrándose más de lo habitual en la figura del personaje protagonista.
Esta segunda entrega de la sub-saga Black Ops vuelve a enfatizar la historia, que nos lleva al final de la segunda guerra fría y a un hipotético futuro 2025 a través de dos hilos argumentales que se entrelazan en los distintos niveles del juego. Ahora nuestro avatar es el hijo del protagonista del anterior (entre otros) y nuestro némesis un terrorista que lucha contra las desigualdades socio-económicas generadas por la actual crísis, pero que también tiene motivos personales, que el juego va desgranando poco a poco, consiguiendo captar el interés del jugador.
Por lo demás, lo de siempre. Hace no mucho dejaba por aquí mis impresiones sobre el último Modern Warfare y puedo hacer tranquilamente un “corta y pega” de algunas partes de aquel texto: “Vibrante, espectacular, trepidante, que si no da respiro, que si una montaña rusa, que si corto pero intenso, que no le sobra nada, pero tampoco le falta...” o “...pero también queda claro ya que la fórmula ha alcanzado su cénit y que aquí ya no hay más que ofrecer, que está todo el pescado vendido...”.
Vaya, que sin novedad en el frente. Para bien o para mal.
"El futuro es negro".
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