Gamer desde los 10 añitos, cuando mis padres tuvieron a bien regalarnos a mi hermano y a mi un flamante Spectrum Sinclair ZX, comencé en esto con perlas como Phantomas, Phantis, Fred, Goody, Tracksuit Manager o jugando a los juegos de Fernando Martín, Aspar, Butragueño o Michel, mientras gastaba todas las monedas de cinco duros que me dejaban en recreativas como Double Dragón, Golden Axe, Final Fight, Knights of the Round, Los Simpson o las Tortugas Ninja. Cuando irrumpieron las consolas, me decanté por Sega y mientras soñaba con Streets of Rage, me tenia que "conformar" con Alex kidd, Sonic, Out Run, Wonderboy, Golden Axe (otra vez) o Asterix en mi venerable Master System. Finalmente di el salto a los 16 bits de la legendaria Megadrive, que me brindó momentos inolvidables con títulos de la talla de World of Illusion, el primer FIFA, Sensible Soccer, Super Mónaco GP, Rocket Knight, Street Fighter 2, Mortal Kombat, Golden Axe (mi debilidad) y los tres Streets of Rage, por supuesto. El paso de los sprites a los feos y toscos polígonos (y la adolescencia) me alejaron de los videojuegos hasta que mi hermana se compró una PS One y empecé a tener pesadillas con el primer Resident Evil y sueños húmedos con Lara Croft. Pero lo que me terminó de convencer de que había vuelto para quedarme fue el primer videojuego que consiguió conmoverme. Si. Final Fantasy VII. Desde entonces, mi pasión por los videojuegos aumenta cada día que pasa. Y que siga la fiesta. Press Start Button.

jueves, 13 de septiembre de 2012

ASASSIN´S CREED REVELATIONS

El primer Asassin´s Creed pecaba de una jugabilidad sosa, repetitiva y a veces hasta insultante, de facilona. El segundo mantuvo lo que se salvaba del primero –el guión y los valores de producción- y se volcó en mejorar su dudosa jugabilidad añadiendo situaciones novedosas y algo más de variedad, consiguiendo lo que se pretendió con la primera entrega.
La expansión, titulada "la hermandad" y ambientada en la Roma del renacimiento no fue más que eso; una expansión con alguna que otra acertada ideilla nueva, que todavía podía justificar su existencia.
Pero esta última entrega, ambientada en la Constantinopla del gran Suleiman, presenta ya una jugabilidad con signos de agotamiento que ni los altos valores de producción ni el excelente guión, (que mezcla las aventuras y desventuras de los dos carismáticos protagonistas anteriores -Altair y un Ezio en plena madurez-), pueden disimular por más tiempo.
Es menester que para la próxima entrega se revisen ciertos aspectos jugables, aunque ya es buena señal que se haya cambiado el contexto histórico donde se desarrollará; el viejo oeste americano en plena guerra civil.




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