Hasta que llegó Nathan Drake, que ya en el primer Uncharted brilló con luz propia hasta el punto de ser lo más destacable en uno de los primeros notables del catalogo de PS3.
En Uncharted 2, para mi el mejor de la saga, todo era más grandioso, más ruidoso, más espectacular (acuérdense del apartado gráfico) y más épico (esa banda sonora).
Este Uncharted 3 es más de lo mismo, porque lo del 2 era sencillamente inmejorable, tanto en el apartado técnico como en el jugable.
Quizás por ello, la gente de Naughty Dog se haya centrado más en lo emotivo, con un acercamiento al pasado del protagonista y su mentor mediante flashbacks jugables que son la única mejora que podía hacérsele ya a la segunda parte.
Esta tercera parte no es mejor que la segunda, pero si igual de buena, que no es poco. Y no ha sido por comodidad, conformismo o dejadez, ha sido porque la segunda parte es realmente insuperable.
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