Gamer desde los 10 añitos, cuando mis padres tuvieron a bien regalarnos a mi hermano y a mi un flamante Spectrum Sinclair ZX, comencé en esto con perlas como Phantomas, Phantis, Fred, Goody, Tracksuit Manager o jugando a los juegos de Fernando Martín, Aspar, Butragueño o Michel, mientras gastaba todas las monedas de cinco duros que me dejaban en recreativas como Double Dragón, Golden Axe, Final Fight, Knights of the Round, Los Simpson o las Tortugas Ninja. Cuando irrumpieron las consolas, me decanté por Sega y mientras soñaba con Streets of Rage, me tenia que "conformar" con Alex kidd, Sonic, Out Run, Wonderboy, Golden Axe (otra vez) o Asterix en mi venerable Master System. Finalmente di el salto a los 16 bits de la legendaria Megadrive, que me brindó momentos inolvidables con títulos de la talla de World of Illusion, el primer FIFA, Sensible Soccer, Super Mónaco GP, Rocket Knight, Street Fighter 2, Mortal Kombat, Golden Axe (mi debilidad) y los tres Streets of Rage, por supuesto. El paso de los sprites a los feos y toscos polígonos (y la adolescencia) me alejaron de los videojuegos hasta que mi hermana se compró una PS One y empecé a tener pesadillas con el primer Resident Evil y sueños húmedos con Lara Croft. Pero lo que me terminó de convencer de que había vuelto para quedarme fue el primer videojuego que consiguió conmoverme. Si. Final Fantasy VII. Desde entonces, mi pasión por los videojuegos aumenta cada día que pasa. Y que siga la fiesta. Press Start Button.

domingo, 26 de agosto de 2012

SABOTEUR

Saboteur tiene un aspecto gráfico bastante anticuado, no está doblado, ni traducido, al castellano, carece de una inteligencia artificial decente en los tiempos que corren y encima su mecánica jugable deja que desear en todos los aspectos. Tiroteos bastante mejorables, sigilo arruinado por la pésima inteligencia artificial, y exploración vertical claramente inspirada en Assassin´s Creed, pero sin llegar a su altura. (Hago un paréntesis para mencionar la copia burda y descarada de la mecánica de las atalayas, que está muy bien para lucir escenarios bien trabajados con vistas espectaculares, pero que en este caso, con el nivel gráfico de este título, es sencillamente sonrojante). Y hasta ahí todo lo malo. Pero para ser justos con la última obra del irregular pero brillante estudio de Pandemic, hay que hacer mención a su original ambientación; una París de los años cuarenta ocupada por la Alemania Nazi, que está bastante lograda y que si te gustan este tipo de juegos de desarrollo abierto, sabrás apreciar y disfrutar. Mención especial, para terminar, a su magistral banda sonora. Aunque la impresión inicial es algo desesperanzadora, si le dedicas más de un par de horas y sabes disfrutar de sus virtudes, Saboteur quizás, solo quizás, pueda ser un juego de los que tardas en olvidar.


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